Friday, April 11, 2003


No se ocupa una guerra para sufrir muchas bajas. Nos envenenamos nosotros mismos con la envidia. También con el veneno del orgullo que nos tragamos todos los días. La arrogancia ha sustituido la proteína en los desayunos. Evidentemente vamos rumbo a una fuente de calamidades. Obviamente esto se ha convertido en una adicción. Ha llegado el tiempo de la desintoxicación. Que se acabe el mal de ojo.


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