Tuesday, March 18, 2003

MANIFIESTO DE LA SANADORES

El hablar acerca de la condición del mundo es deprimente. Los pobres se hacen más pobres. Las corporaciones internacionales se hacen más ricas. La injusticia reina en el tercer mundo. En el primer mundo, los ciudadanos son hechizados con las brujerías de la mercadotecnia. Las empresas criminales tienen el control de las cosas. El consumismo voraz no es más que una de miles de adicciones que existen en el país de la libertad condicional. Como resultado tenemos el homicidio de millones de infantes que nunca alcanzan a ver la luz del sol. Los que sobreviven quedan expuestos a la negligencia y la explotación física y emocional de hombres rapaces de conciencias envenenadas, que ven a los niños como un producto más de consumo. Esto en una sociedad que glorifica el placer como objetivo principal. Vivimos en un mundo tóxico para nuestra existencia. Una emboscada en donde sólo el más fuerte sobrevive. Es la pesadilla moderna del progreso. El medio ambiente también sufre la locura de la maquinación humana. El ser humano, en su embriaguez de orgullo y soberbia, ha diseñado nuevas enfermedades, para usarlas como armas de guerra y aniquilar a su prójimo. Esto es una encrucijada en donde todos perdemos. Todos somos responsables. Con nuestras envidias y avaricias, nuestros odios, vanidades y apatías, todos contribuimos combustible al problema. Que se ha convertido en una explosión nuclear.

La revolución armada ya no es un medio factible. El estado psicológico del ciudadano moderno está seriamente atrofiado. El costo es severo y las probabilidades del triunfo son mínimas. Los grandes empresarios tienen al ejército más poderoso del mundo a su disposición. No obstante nuestra lucha no es contra tanques blindados ni aviones bombarderos, sino contra un enemigo invisible que no ocupa artillerías para causar daños. Es verdad que la infraestructura se está desintegrando. Pero el destruirla no es la solución más eficaz. El nihilismo no dio resultado. En la nueva revolución, lo que se debe destruir, son los espejismos que nos persuaden a vivir en estás condiciones. Esas fortalezas de avaricia que tiene aprisionados nuestros sentidos. Los placeres que intoxican nuestras facultades para no poder distinguir la realidad de la fantasía, la hermosura de la fealdad, el bien y el mal. La verdad y la mentira. Lo que ocupa primeros auxilios es el alma del hombre. El espíritu humano está moribundo. Vemos los síntomas de este hecho en la confusión de nuestros días. En lo absurdo y terrible de la actualidad. Sólo la restauración del ser humano puede provocar el cambio. Los fracasos políticos y comerciales están ante el escenario del mundo. Sólo una medicina universal puede curar a hombre en su totalidad. El resistir esta terapia sólo aumentará las consecuencias que están aniquilando la vida.

Recuerdo a un buen amigo, en una tertulia le preguntaron cual sería la solución para el problema del ser humano. Su respuesta fue memorable: "Una revolución psicodélica e intelectual" Al analizar su propuesta entiendo que no estaba lejos de la solución. Tenía el análisis correcto: Delicias mentales del intelecto. No se puede culpar a nadie por tratar de encontrar respuestas en lo estético. Los artistas también lo hemos intentado. Algunos han llegado muy lejos. Esto lo podemos apreciar en arte de la iconografía, las llamadas "ventanas al cielo" Sin embargo el revolucionar, o hacer cambios en la mente es algo bueno. Desafortunadamente los cambios modernos no son los más saludables. El restaurar la mente es un objetivo importante. Debemos detener el patrón actual que encamina nuestras mentes hacia la locura. Detener en forma fulminante las aberraciones que infectan los rincones más sensibles de nuestros cerebros. Un traumatismo puede ser muy difícil de curar. Pero existe la esperanza. La voluntad es una de las armas más poderosas que posee el ser humano. Las experiencias desagradables con las cuales nos sorprende la vida añaden al problema. Existe la medicina.

Un radio descompuesto no puede recibir las señales que están en el aire. Lo mismo ocurre con la mente humana. Por fortuna, muchos aún no han perdido su salud mental. Es sólo cuestión de sintonizar las frecuencias correctas. Las señales de saneamiento. Los símbolos del amor y el misterio de la existencia de cada una de nosotros. Debemos de extinguir esas señales venenosas que con tanta facilidad nos transmiten en los medios de comunicación. ¿Algo imposible? Quizás. Pero por lo menos debemos tener un escudo, para que no lleguen a penetrar nuestras conciencias. Lo primero es limpiar. Limpiar todo lo nefasto que esta adherido a nuestras mentes. Este es el principio del cambio. Estos son los comienzos de la nueva revolución. Uno de los mejores barómetros que tenemos como seres humanos es la conciencia. Ésta nos indica cuando estamos rebasando la línea de sensatez. Podemos usarla como una guía para vivir. Entiendo que el discernir entre lo provechoso y lo dañino no es suficiente para poder vencer. Pero este es un lugar por donde se puede empezar. Una vez que nuestras existencias no continúen rumbo a la destrucción, entonces podremos tomar el siguiente paso. La restauración de nuestras mentes y almas. Una disciplina espiritual. Esos ejercicios espirituales que han sido olvidados por el occidente en nombre de la civilización y la industria. Para satisfacer los hábitos aborrecibles de la codicia y el egoísmo. Avances vertiginosos hacia la demencia. ¿Regresemos al principio? o ¿Regresemos a los principios? Quizás las dos cosas. Una vida sencilla es saludable. Digamos no al simplismo. Pero aceptemos la sencillez. Los poderes están con nosotros: Compasión, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.

Sí los adictos estadounidenses dejaran de consumir narcóticos. No existiría la guerra contra la drogas. Los productores de narcóticos cesarían de producirlos por que no habría ganancias. De la misma forma si comenzamos por el camino de la restauración, veremos cambios en el horizonte.

No comments: