Sunday, October 24, 2004

El siguiente texto fue publicado en Hipertextos.

GERONDAS

El niño tenía catorce años cuando llegó al Monte Athos. En el malecón lo esperaba un asceta que lo llamó por su nombre.
— ¿Cómo sabe mi nombre?
—Me lo dijo el Anciano
— ¿Quién le dijo a él?
—San Juan
— ¿El Teólogo?
—No, el Bautista.
El pequeño creció en estatura y en sabiduría. Se convirtió en el discípulo más obediente del Anciano. Era tanta su obediencia que tomó votos de silencio por doce años. Se sabe de un sacerdote que dudaba del discípulo más obediente, hasta que una noche lo despertó una luz y vio al más obediente levitar en oración. Yo lo conocí, al más obediente, como Anciano, aunque aún tiene alma de niño, cuando levantó su mano derecha para bendecidme, sentí la ternura más intensa del mundo y mis rodillas empezaron a flaquear. Fue como si una cascada de compasión se hubiera derramado sobre mí. En sus ojos está la mirada de Cristo.

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