Monday, December 01, 2003

LUZ

Es verdad que nuestros muertos nos siguen amando. Hoy soñé a mi tía Luz, que en paz descansa, en el sueño nos lleva a pasear a la playa, de la misma forma que cuando era un niño. En está ocasión, yo adulto y padre de familia, llevo a mis dos hijos de tres y cuatro años.

Viajamos en la misma camioneta que tenían en los años setenta, nosotros vamos en el camper, o sea la cabina trasera, y ella voltea y nos sonríe. Mi tío conduce pero parece no estar conciente de lo que ocurre. No obstante, desarrolla perfectamente su papel como chofer.

Mi tía tiene un semblante blanco, irradia luz, su nombre es una profecía. Su rostro es como el de un ángel. Mis niños van contentos viendo el azul del pacifico y la camionetas equipadas con doble tracción. Igual que yo cuando era niño.

Pienso que su visita es para alentarme, porque ella sabe lo que es pasar por ríos de incertidumbre. Quizá sea una forma de darme las gracias por acordarme de su nombre cuando tengo el rosario en mis manos.

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