APARICIÓN
Al entrar en la casa encontré a Orfeo y a Triana sentados en el sofá con un revólver en la mesa.
— ¿Quién es usted? —preguntó Orfeo.
—Me llamo Fátima —contesté proyectando mis palabras a su corazón y Orfeo sintió contrición— sus madres me pidieron que los visitara.
— ¿También mi jefa?
—Sí, también tu mamá Orfeo.
—Estamos pensando en tomar este camino —dijo Triana.
—El camino de la muerte ya no es tan original —añadí.
—No tenemos otra alternativa —dijo Orfeo.
— ¿Nos puede ayudar? —me preguntó Triana.
— ¿Cómo quieres que te ayude?
—No sé, quizás… con algún milagro.
—Para estos casos la mejor medicina es la ternura; ¿y tú Orfeo, también deseas ayuda o deseas seguir intoxicado con tu soberbia?
—Pues, si Triana quiere, yo también.
Me acerqué a ellos y exhalé vida en sus rostros, después desaparecí. De lo alto los vi abrazándose; se desahogaban en un llanto terapéutico.
Texto publicado en Hipertextos
Sunday, October 10, 2004
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