De cartas a mis amigos.
Cuando el cónyuge se escapa.
Ya están separados. Tu esposo anda prófugo. Ya lloraste tu desgracia y has aguantado ser el chisme de tus amistades. No ganarás nada con guardar rencor. Te quedaste con la casa y vives en la mejor zona de la ciudad. Ni tus hijos ni tú pasan hambres. Al contrario, podrían bajar unos kilos. Se agradecida por lo que tienes. Dale gracias a Dios que no sucedió algo peor. Por ejemplo: no perdiste un órgano. Ninguno de tus hijos es dragadito o está en prisión. No tienes SIDA etc.
Ahora es tiempo de aprender a vivir. Los errores ya los aprendiste. Eso ha quedado atrás. Para poder restaurar tu vida, el requisito más importante es perdonar. Si no perdonas te iras muriendo poco a poco hasta que ver que tus huesos se desintegren. Lo mejor es perdonar.
Una vez que te hayas quitado esa maldición de encima (el odiar a otros) podrás pasar al siguiente nivel. La quietud. En los momentos de quietud empezarás por conocerte a ti misma. Aprenderás lo que en realidad te gusta y lo que sólo fue presión de la sociedad. Si permaneces en quietud el tiempo suficiente, podrás escuchar a Dios.
Tuesday, October 21, 2003
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