El hombre malvado ama la sensualidad y desprecia la justicia; no piensa en la incertidumbre, en la inestabilidad ni en la breve duración de la vida; tampoco reflexiona sobre la inexorabilidad de la muerte, que ninguna donación de dinero podría evitar. Y si un viejo es vil e insensato, se encuentra inepto para cualquier uso, como un leño putrefacto.
Antonio el Grande
Friday, May 30, 2003
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